lunes, 17 de julio de 2023

LA ORACIÓN Y LA REGLA DE ORO

 

S. Mateo 7:7-12 RVR1960

La Oración y la regla de oro.

7. Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.

8. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.


9. ¿Qué hombre hay de vosotros, que, si su hijo le pide pan, le dará una piedra?

10. ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente?

11. Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿Cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?

12. Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.


Resumen de La Oración y la regla de oro.


La oración y la regla de oro están estrechamente relacionadas según lo expresado en el texto.

En primer lugar, se nos insta a pedir, buscar y llamar, ya que se nos promete que recibiremos, encontraremos y se nos abrirá.

Esto implica que la oración es una forma de comunicación con Dios en la que podemos expresar nuestras necesidades y deseos, confiando en que Él nos escucha y responderá de manera favorable.

El texto también nos invita a reflexionar sobre la actitud de un padre hacia su hijo.

Se plantea la pregunta retórica de si un padre daría una piedra en lugar de pan o una serpiente en lugar de un pescado si su hijo lo solicitara.

La respuesta obvia es que un padre amoroso y bueno no haría eso. Aquí se nos presenta una comparación entre la actitud de los padres terrenales y la de Dios, nuestro Padre celestial.

Se destaca que, si los seres humanos, siendo imperfectos y malos, saben dar buenas dádivas a sus hijos, entonces podemos confiar en que nuestro Padre celestial, que es perfecto y bueno, también nos brindará cosas buenas cuando le pidamos.

Esta idea refuerza la confianza en la bondad de Dios y su disposición a escuchar nuestras oraciones.

Además, se establece una conexión entre la oración y la regla de oro. Se nos exhorta a tratar a los demás de la misma manera que deseamos ser tratados.

Esta regla es presentada como la ley y los profetas, lo que implica que es un principio fundamental que resume y guía la conducta ética.

En relación con la oración, esto significa que también debemos ser compasivos, generosos y solidarios al orar por los demás.

La oración no se trata solo de nuestras necesidades, sino también de interceder por los demás y desear su bienestar.

En resumen, el contenido nos presenta la relación entre la oración y la regla de oro.

La oración es presentada como una forma de comunicación con Dios en la que podemos pedir, buscar y llamar, confiando en que seremos escuchados y recibiremos lo que necesitamos.

La actitud de un padre amoroso hacia su hijo se utiliza para ilustrar la disposición de Dios para dar cosas buenas a aquellos que le piden.

Además, se nos insta a tratar a los demás como deseamos ser tratados, lo cual también se aplica al contexto de la oración al interceder y desear el bienestar de los demás.

En resumen, la oración y la regla de oro están intrínsecamente relacionadas, y ambas nos invitan a una actitud de amor, compasión y solidaridad tanto hacia Dios como hacia nuestros semejantes.

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